miércoles, 30 de mayo de 2012

Y entonces llegó

Es normal que nos criemos en un cierto ámbito debido, principalmente, a nuestros padres. Yo jamás podré olvidar todo lo vivido en mi casa. El ruido del agua que cae sobre el tragaluz cuando llueve, la penumbrante luz de las lámparas cuando es de noche, las ganas de estar bajo su techo… pero de entre éstas y muchas otras cosas más, de lo que nunca me podré olvidar es de su música. Música que ahora unos buenos amigos me han recordado y me han transportado hacia la nostalgia.

Recuerdo que de chico a veces aborrecía la música de mis padres, sobre todo la de mi madre a la cual nunca me he terminado de adaptar. Aun así, el efecto relajante que me producía escuchar la música de mi padre era casi único. Ya hace tiempo que no las escucho, y ahora soy yo quien está relevando a mi patrón en el arte de la música. Y no digo que sea ahora cuando me esté interesando por ella, porque lo cierto es que siempre me ha apasionado, sino que ahora soy yo quien hace vibrar las paredes de mi casa con los tonos de Manolo García, Tracy Chapman, Sabina o Sade.

La mezcla que estoy teniendo actualmente entre nostalgia, nuevas sensaciones y nuevos ámbitos es como tomar un cítrico después de tomar algo dulce; en un primer contacto puede parecer amargo, pero en realidad te gusta y es lo que estabas buscando.

Recuerdo y presente…







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