martes, 18 de septiembre de 2012

Tal día como hoy

Hoy miro a mi hermano. Ha comenzado el nuevo curso. Tal día como hoy, a su edad, yo comencé un nuevo curso: el curso en el que te conocí.

Parece mentira, pero no es más que un crío. No es más que un quinceañero que no sabe qué va a hacer con su futuro, pero sin embargo yo a su edad tuve algo seguro, y era formar mi futuro junto a ti.

Llegué a clase y solo tenía pensado ir a lo mío, no me importaba nada más. Tenía nuevos compañeros y me gustaban bastante, sobre todo si lo comparaba con los del año anterior. Allí me encontraba yo con mis amigos de siempre y con mi hiperactividad de siempre. En un primer momento nos colocaron los profesores en el orden que ellos decidieron y me tocó detrás de ti. Ya te conocía de antes pero no era lo suficiente. Conforme pasaba el tiempo hacía las tonterías típicas de la edad, como tirarte trozos de papeles a todas horas.

Mi fila entera era un batallón contra la fila de delante. Las bolas de papel y los trozos de gomas eran los artilugios más comunes, y a todas horas se veían volando hacia la cabeza de alguno de ustedes seguido de un giro y un grito de broma entre risas para llamarnos la atención. Pero entre tú y yo era diferente, pues pronto esas bolas se convirtieron en notas. Notas en las que conocí por primera vez tu correo, tus gustos, aficiones, bromas…

No tardó mucho en dar el cante el orden en el que nos pusieron así que los profesores se vieron obligados a cambiarnos a todos, con la suerte de que me tocó a tu lado. Y la verdad es que debo de admitir que hice un poco de trampa, pues me puse allí, no me moví y me hice el tonto para que no me cambiasen. Al final me quedé. Estaba a tu derecha, así que la broma esta vez era empujarte mientras escribías para que te saliese mal, y tú me la devolvías, hasta que te diste cuenta que me estabas dando en mi mano izquierda con lo cual no me hacía nada. Poco después termine en tu izquierda e intenté que no recordases esa broma para que no me la hicieses a mí. En un principio funcionó, pero luego te acordaste y me lo comenzaste a hacer. Pero yo y mi brutalidad no se rindieron, así que me estiraba entero para darte en tu mano derecha también.

No tardé mucho en pedirte salir. Llevaba mucho tiempo pensándolo y lo quería hacer, se lo pregunté a mi gran amigo Isra y me dijo que lo hiciese, además, no tenía nada que perder, así que me eche para adelante, pero no fue ahí cuando lo hice.

Llegó el viaje de fin de curso a Barcelona. Todo lo que cuente de ello es poco. Tú con tu pijamita. Siempre intentaba dormir o acostarme a tu lado (a pesar del moscardón que andaba por allí rondando y no nos lo permitía). Pero lo mejor fue el viaje de ida, donde Isra de repente se metió en vuestro cuarto en el tren y nos quedamos ahí. Fue donde comenzamos a estar más cerca. Por aquel entonces Alberto, Isra y yo estábamos viendo Death Note, con lo cual si eso se lo sumamos al nivel de frikismo de Isra y Alberto tenemos como resultado a dos prendas buenos haciéndose pasar por “L”, uñas pintadas de negro, ropa suelta, etc. Pero yo solo tenía ojos para ti.

Todo el tiempo en la piscina hasta tener los ojos más rojos que la sangre, en el cine 3D donde nos echamos una siesta, en Port Aventura, en las habitaciones, en el parque Guell, en el centro comercial… sea donde sea, siempre estaba a tu lado.

En el viaje de vuelta estaba de nuevo contigo, jugamos durante horas y horas al juego ese de manos, en el que siempre te ganaba, llegando a hacer mi máximo historio con un contundente 100 a 0. Pero sobre todo a tu lado. Me enamoré de ti y de tus papeles de sonarte los mocos, pues estabas malísima. En ese viaje de vuelta estábamos en esa litera enana de arriba los dos jugando a ese juego y escuchando en tu móvil la canción del Ikea (esto no se toca, quita. Con esto no se juega, dale). Una vez en Huelva me fui de tirón con Isra al concierto de Tote King, pero en lo único que pensaba era en ti. No te podía sacar de la cabeza.

Te pedí salir, dudaste, sobre todo por aquel moscardón que rondaba por ahí, pero te dije que solo te amaba a ti y que eso no lo podía cambiar. Aceptaste y comenzamos a salir juntos. Un día quedamos por la tarde noche cerca del hospital Manuel Lois, y allí nos dimos nuestro primer beso. Mi primer beso con amor.

Volvimos temprano porque tu madre te estaba esperando, y quien nos iba a decir que desde entonces comenzaríamos una lucha eterna contra las condiciones de tu familia. Al final ganamos. Al final, juntos, conseguimos hacer ese cambio en el que tu familia debía de entender tu nuevo ser.

Desde entonces no nos volvimos a separar ni una sola vez. Te viniste de acampada con mi familia, recorrimos España, conocimos todas las piscinas, fuimos a infinitas playas, vivimos infinidades de cosas juntos…

Nos echaron 6 meses, duramos 4 años. Fuimos la primera pareja seria del grupo y los que más duramos.

Hoy en día estoy orgulloso. La cosa por una u otra cosa no salió bien, sí, entonces ¿de qué estoy orgulloso? Pues estoy orgulloso de que, con tan solo 15 añitos, hubiese encontrado a la persona más importante en mi vida, de que haya compartido parte de mi vida con ella, de que hoy día, 5 años más tarde, teniendo ya veinte años y haber madurado lo que nunca imaginé, y tras haber ocurrido todo lo que ha ocurrido, pueda decir que sigo enamorado como el primer día de ti…

¿Amor? Muchos dicen tenerlo. Es mentira. No creo en ese amor. Y sin embargo, te amo.

Tal día como hoy, conocí a la persona más importante en mi vida. Tal día como hoy, comencé a compartir mis días con la persona más importante en mi vida.


Ahora haz tu vida, te lo mereces. Encantado de haberte tenido entre mis brazos.

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